31.1.09

discográficas cangrejo

Me gustaría comentar brevemente unas palabras en "El País" acerca del libro Appetite for self-destruction de Steve Knopper, redactor de cierta revista musical de éxito.

En el citado libro se habla sobre cómo la industria discográfica se ha equivocado de forma recurrente a la hora de tomar decisiones sobre su modelo de negocio en la era digital. Y ahora no hacen más que quejarse por su propia torpeza. Algunos extractos del artículo son realmente interesantes, como por ejemplo:

"Knopper recuerda que la industria vivió años de vacas increíblemente gordas entre 1984 y 2000, gracias a una afirmación discutible y una clara mentira: convencieron al público de que el CD era un soporte superior al elepé y que su fabricación era más cara. Se multiplicó por dos el precio de un lanzamiento y se persuadió al público a pagar el doble por música que ya poseía en vinilo."

Es decir, ese periodo de ganancias brutales sólo era producto de una premisa: engañar al consumidor. Así es, igual que si un milagroso producto de teletienda nocturna se tratase, las discográficas querían y conseguían vender a la sociedad productos que sólo eran adorno. Sólo buscaban éxito y su traducción al verde. Muchos lo vivimos en nuestras propias carnes, claro que sí. Comprábamos basura que valía un 1% de su valor real a precios abusivos y cuando nos dábamos cuenta el dragón se había vuelto a reír de nosotros. Si algo caracteriza a las nuevas tecnologías es el modo de desenmascarar toda esa patraña, de decirle a la cara a esos poderosos gigantes que ahora no es tiempo de tomarnos por imbéciles.

No les gusta esto. No les gusta tener que mirarnos cara a cara ni que el mango de la sartén les haya sido arrebatado.

Termina el autor del artículo con una cita sublime para mi gusto:

"[...] hace difícil simpatizar con las desdichas de una industria llena de simpáticos pícaros que, por decirlo suavemente, nunca se preocuparon por la moralidad de sus actos."

Es cierto, sólo se preocupaban por ganar y ganar y ganar sin preocuparse del cómo. Ahí está su error, tarde o temprano llegaría el momento en que tendríais que enfrentaros a vuestros propios demonios en forma de cliente enfurecido por el daño que le veníais haciendo tiempo atrás. Cómo ama de casa descontenta con su nuevo potingue adelgazante que atormenta el olfato.

Simplemente aborrezco a esta gente. Sobre todo porque agolpan en sus discursos la palabra "cultura", intentando que abandere su negocio de despropósitos. Creo que ésta se merece algo más que estar en vuestras bocas llenas de gusanos hambrientos de más. Más, más, más, ...

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