18.10.08

en el parque

Hace unos días llegaba a mí un pequeño relato que contaba cierta persona desde su postura de madre de una criatura. Habían estado en el parque no hacía mucho y una situación incómoda propia de los parques se plantó ante las dos: la pequeña se encontraba en la cola para poder utilizar un columpio. Ahora sería la siguiente en montar cuando el último niño o la última niña dejasen libre la suculenta estructura lúdica. He aquí que apareció un chiquillo un tanto grosero que le espetó que él sería el siguiente en subirse, daba igual el orden que la niña hubiese establecido en su cerebro cuando se trataba de utilizar las atracciones del parque, él lo rompería y sin respetar a nadie, se subiría en el columpio. He aquí que otra niña presumiblemente bastante mayor que los dos implicados iniciales, llegó al lado del niño y le espetó:

-Ahora le toca subirse a esta niña ya que está guardando cola, tú debes esperar.

Esa niña era su hermana, y trataba de inculcar a su hermano el concepto de respetar a los demás en el parque.
Tras otra advertencia para que su hermano hiciese caso a sus palabras, la niña hizo el gesto de alejarse del lugar, con tan mala suerte que uno de los columpios que allí había la alcanzó de lleno con el consecuente golpe. Al hacerse daño, ya que el trastazo no fue para menos, la niña comenzó a llorar. De repente, una señora mayor con todas las papeletas para ser la abuela de las dos criaturas en cuestión, entró en escena y empezó a sacudir a la niña de un lado a otro y a recriminarle no se sabe el qué. Mientras la niña pagaba el no haber hecho nada, su hermano pequeño se reía de la situación.

Con esta pequeña anécdota podemos plantearnos numerosas cuestiones. Podemos ver esa similitud con aquellas situaciones de la vida en las que pagan justos por otros que no lo son tanto o podemos fijarnos en como los sujetos que intentan departir orden en numerosas ocasiones se equivocan por desconocimiento y desidia.

En los parques hay gente muy, muy egoísta. Si aquel niño era egoísta es porque quizá su madre o su padre también lo sea. O su abuela, esa que sólo aparece cuando escucha gritos que provienen de sus nietos, para darles una lección de como hay que comportarse. ¿Dónde estaba la abuelita cuando el niño abusaba de su condición ante la niña? Departiendo clases de moral con sus allegadas del parque, seguramente. O en su defecto, hablando de la novia de algún pseudo-cantante de moda. ¿Dónde están todas esas madres cuando el/la niño/a insolente del parque va de banco en banco increpando al personal? ¿Sólo son niños? Querrán decir que son su reflejo en un cuerpo de 1 metro. La misma falta de educación y de respeto por los demás que tienen ell@s.

Es curioso cómo no se suele ver a esta gente al lado de sus hij@s en ningún momento. No se les ve cuando el niño tiene las de ganar. Aunque la situación puede cambiar. Cuando alguien más descarado que el niño le planta cara, le sube el tono, o le reprime alguna de sus acciones, allí estarán sus padres para defender a la pobre criaturita angelical.
Y así nos va.
Conozco a mucha gente irresponsable. No paro de ver cada día nuevos casos. Gente que tiene hijos como si va a hacer la compra del mes. Un trámite más. Una excusa para ir al parque a ver a l@s amig@s, una excusa para ser alguien, ser cool. Un ¿accidente?. Pero, ¿responsabilidades? ninguna. Sólo de defensa, porque es mío, y lo mío es intocable, pero da igual el resto.
Hay otros casos en los que las/os madres/padres insensatas/os si tienen su presencia en el parque (esto se da más en los pueblos). Son esas/os que ven como sus criaturas hacen todo tipo de perrerías y los contemplan impasibles. También saltarán si a los/as pequeños/as se les intenta recriminar algo, porque claro, algo así no se puede permitir.
Esta gente carece de autocrítica, están tan frustrados en su seno, que son incapaces de mirar más allá de su ombligo. Y lo pagamos los demás.
Lo cierto es que me da lástima verles, y por eso se me alegran bastante los días en los que conozco a gente que no es así, que es capaz de empatizar con los demás y corregir sus defectos para procesar cierto respeto a los demás. Tengo que decir que hay mucha gente de esta índole, aunque me temo que son los menos.

Por ello, gracias a la niña que se ganó después de sufrir un accidente una buena riña por recriminar a su hermano su penosa actitud, gracias a la niña que respeta su turno para montar en un columpio que utilizan todos, y gracias a la madre de esta última, por inculcarle esas ideas y no tratar a los demás niños como entes malignos..

Por eso los que sobran en la historia son los que no se preocupan de ese niño, abuelas, padres, madres o tutores de párvulos que no saben ejercer. Los monstruos del parque. Las sombras que nos acechan para traer al parque a una nueva criatura sin educar, como ell@s.

Vuestra actitud en el parque no es más que un reflejo de vuestras vidas, la falta de escrúpulos y de sinceridad con vuestro rol en la vida. Siempre quedarán los sábados noche y fines de semana completos para dejar a los chiquillos con sus abuelos y evadiros de vosotros mismos en centros de reclutamiento de fantasmas. Para seguir sintiéndoos auténticos olvidando vuestra perra vida.