13.6.08

Mocha el tocho

Antiguas concesiones para usufructuarios portuarios. Otras gentes humildes que trabajan para hacer suyo un hogar. Lo hacen, consiguen una estabilidad, una meta.

Mañana alguien trae inquilinos de dudosa reputación. Pasado, todos fuera. Sí amiguetes, ha llamado a la puerta la mano de la especulación. Igual que cuando llama en un astillero, en una fábrica, en otro lugar cuyo cierre importa mucho a unos pocos y nada a cuatro avarientos personajes que siempre juegan a ganar. A quienes les importa lo que viene detrás, esa suntuosidad hecha realidad sin ninguna desazón por nadie. Esos pisos de lujo, esos suculentos terrenos para vender al mejor postor que hará de ellos algo importante.

No engañemos a nadie. Sus antiguos inquilinos se verán recompensados con alguna miseria. De esas que no contemplan el encarecimiento de la vida, de esas que sólo ven el lícito provecho sin ningún matiz de sensatez. Hacia las personas, no hacia unos dígitos. Así es la vida para algunas gentes y así es para otras. Las dos caras de un drama. No estamos hablando de repartir riqueza por quitarles a unos pocos lo poco que han conseguido en la vida, hablamos de la acumulación por parte de los menos de lo que gente trabajadora y tenaz había llegado a tener para sí misma, para los suyos. ¡Como nosotros! dirán los segundos. Pero no, pequeños. No es ni siquiera la misma jodida liga, Vicent. Si la verdadera justicia se hiciera sobre las cabezas de los aludidos, las sorpresas se tornarían caras.

Aquellos especuladores, constructores, políticuchos del tres al cuarto y demás gentuza que se recrea con las posibilidades de los demás, no tenéis perdón. De no saber donde está el perverso límite, de que la avaricia os pueda, de no saber diferenciaros por otro medio. Apoyaría a los palurdos toreros si fuese esta gentuza la mareada y torturada para un lúdico propósito social. Con carteles anunciantes de todo el lujoso y bochornoso expediente de cada nuevo individuo a lidiar, para que todos los perjudicados por el mismo pudiesen informarse y recrearse sobre tan esperado acontecimiento.

Lástima que esto no arreglase nada. Sí, lo suyo sería no tener que recurrir a tan Tarantinesca solución. Lo suyo sería que a los protagonistas en el ruedo les bastase con tres residencias, incluso con cuatro. Con algo de oro o de porcelana, unos pocos valiosos cuadros, un deportivo, una pequeña piscina. No, nada basta.

Nuevos ricos, viejas ambiciones. Viejos ricos, nuevas artimañas. Mañana se acabará todo para todos. Un símil del Apocalipsis en el que todos nos presentamos iguales ante ¿quién?, ¿era algo así? Esto llega con la muerte, nadie será más que nadie ni podrá presumir de gusanos. Sólo la memoria perdurará.

Es confortable saber que ahora la memoria la escribe mucha gente. Que mucha gente tiene acceso a ello, nadie nos la servirá en bandeja para empacharnos con la verdad. Así fue durante años, pero ahora podemos señalar a esta chusma y tener en la memoria su infecto paso por nuestro lado.

No hay comentarios: